jueves, 17 de noviembre de 2011

PREDESTINADOS AL CIELO Y AL INFIERNO

Por: Cesar Díaz Tiza

Uno puede decir y para que me esfuerzo tanto por hacer la voluntad de Dios en la tierra si no soy predestinado y no está mi nombre escrito en el libro de la vida.

Usted esta creyendo que evangelizando a todo el mundo va lograr que todos se entreguen al señor Jesucristo como salvador, por supuesto que no aunque eso sería una aspiración positiva. La misión del cristiano es predicar la palabra de Dios porque entre todos los habitantes de la tierra algunos predestinados no saben que son predestinados valga la redundancia, y hay que llevarlos por vereda para que no mueran en pecado, caso que no sucederá porque como lo dije anteriormente en otro artículo los no elegidos trabajan para los elegidos y no al revés, eso es el juicio de Dios que no merece reclamo alguno. Cuestionar a Dios de forma humana podríamos tomar mucho ejemplos. Uno por ejemplo, la parábola de los obreros de la viña, aquellos obreros que recibieron lo mismo por haber trabajado más que otros. Y termina el capitulo diciendo: ¿no me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? O tienes envidia porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son los llamados mas pocos escogidos. Esos pocos son los predestinados. Porque el hombre no escoge a Dios sino Dios al Hombre.

Dice la biblia en romanos 3:10: Que no hay justo, ni aun uno, no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Es que somos salvo por gracia y su misericordia. Justo solo Jesús, los demás no entraríamos al reino si ese fuera nuestro propósito el de ser Justos. Los predestinados tienen que ser buenos hombres y para eso se les ha dado tiempo para que se enteren que Jesús dio su vida por salvarlos del pecado y que en su misericordia puede salvar a los no predestinados.

Voy a tomar un artículo de Víctor B. García que dice lo siguiente:

¿Quién Elige a Quién? ¿Dios al Hombre o el Hombre a Dios?


LAS TRES RAZONES DEL DIOS SOBERANO

¿Quién elige a quién? ¿Dios al hombre o el hombre a Dios? Rom. 9:11 aclara esto cuando habla de los gemelos Jacob y Esaú y dice, “no habían nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal,” y Dios dijo, “el mayor servirá al menor.” En otras palabras, Dios eligió soberanamente a Jacob y no a Esaú; y esa elección fue iniciativa y obra de Dios, no de Jacob. Hablando de lo mismo, Rom. 9.13 dice: “a Jacob amé, más a Esaú aborrecí” (Mal. 1.2-3). Entonces, ¿quién elige a quién? Dios elige a quien Él quiere—soberanamente.

Esto suena ofensivo a la razón humana, la cual por naturaleza se opone a toda soberanía que no sea la suya. Por eso surge la pregunta “¿Hay injusticia en Dios?” (Rom. 9.14), y la respuesta la da la Biblia misma: “En ninguna manera.”
¿Qué razones tiene Dios para elegir soberanamente a los que han de ser salvos? Rom. 9 nos
ofrece tres razones.

1) LA GLORIA DE DIOS CONSISTE EN QUE ÉL ES UN DIOS SOBERANO:
"Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca"(Rom. 9.15).

En Ex. 33.19 Dios promete a Moisés mostrarle su gloria: “haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.” Éxodo 34.9 describe el cumplimiento de esa promesa: “Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia” (Ex. 34:9).
Estos pasajes muestran que la gloria de Dios consiste en su soberana libertad para impartir misericordia a quien quiere. Él es misericordioso pero no está obligado a serlo; nadie puede reclamar, comprar, o ganar su misericordia salvadora. Algunos dirán que esto no es justo, pero se equivocan, pues no es lo mismo la justicia que  la misericordia. Que nadie se preocupe de la justicia porque Dios la hará en el día final con todos.

Su infinita santidad no le permite actuar injustamente nunca, de lo contrario no sería Dios. Pero su misericordia es diferente. Esa Él la da selectiva y soberanamente a los que quiere; y con eso no obra injustamente. Él tiene que ser justo con todos, pero no tiene que ser misericordioso con todos. Por eso su gloria es la libertad que tiene de tener misericordia de quien quiere.

2) DIOS HACE TODAS LAS COSAS CON EL PROPÓSITO DE EXALTAR SU SANTO NOMBRE:

"Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra" (Rom. 9.17).
Dios muestra su poder, hace que su nombre sea anunciado, demuestra su ira y hace notorias las riquezas de su gracia (vs. 17, 22-23). Su nombre, su poder, su ira, su gracia, son parte de sus atributos. Dios es infinitamente perfecto en amor, gracia, bondad, compasión y misericordia, así como en santidad, justicia e ira. Su amor y misericordia son tan reales y perfectos como su ira y su justicia. Él no se puede separar de estos atributos. Todo lo que hace está saturado de estas cosas. Él no es a veces de una forma y a veces de otra; Él siempre es consistente en amor, justicia, misericordia e ira. Y este carácter perfecto lo da a conocer en la salvación de sus elegidos y en la condenación de los perdidos.

Nosotros no concebimos ni comprendemos cómo esto es posible porque somos limitados e imperfectos, pero aunque no entendamos los secretos de las disposiciones divinas, si sabemos que Él es perfecto, consistente y glorioso en todo lo que hace y somos responsables de creer, someternos y obedecer. En lugar de resistir y debatir su justicia, debemos refugiarnos en su misericordia creyendo que Él, en su sabiduría y perfección, siempre hace lo que es justo.

3) LA SOBERANÍA DE DIOS SIGNIFICA QUE ÉL TIENE DERECHO DE HACER COMO QUIERA:
"¿No tiene potestad el alfarero sobre el barro para hacer de la misma masa un vaso para honra y otra para desonra?” (romanos 9:20-21).

Dios no explica lo que decide ni lo que hace, a menos que lo desee. No tiene porque hacerlo. De todas formas, no hay quine alcance su entendimiento, lo pueda aconsejar o le pueda cobrar algo.
El único consejo que Él recibe es del “puro afecto de su voluntad” (Ef.1.5); lo que lo guía es “su beneplácito que se propone en sí mismo” (Ef. 1.9); lo que determina sus acciones es “el designio de su voluntad” (Ef. 1.11). ¿Por qué actúa Dios así? Por una simple y absoluta razón: “Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas” (Rom. 11.36). Él es creador, gobernador, autoridad y juez de la creación ¿No tiene Él derecho? ¿Qué respuesta le da este juez y creador, infinitamente perfecto a quien contradice o se rebela a sus designios? Él responde: “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?” (Mat. 20.15), “Más antes, oh hombre, ¿Quién eres tú para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?” (Rom. 9.20). Dios dijo a Jeremías: “como el barro en las manos del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel” (Jer. 18.4-6). Y a Isaías: “Ay del que contiende con su Hacedor! ¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra! ¿Acaso el barro le reclama al alfarero?: ¡Fíjate en lo que haces! ¡Tu vasija no tiene agarraderas!” (45.9 -NVI). ¿Qué conclusión sacamos de esta terrible y maravillosa verdad? Que la vida, la muerte, el destino, el universo, todo lo que es y será, gira alrededor de Dios. Que no hay otro como Él. Que sólo hay dos alternativas: o nos humillamos, suplicamos su misericordia y le adoramos por su majestad y soberanía o nos rebelamos y reprochamos lo que no entendemos.

Termino diciendo que Dios es el alfa y la Omega el que es era y será. Él es el único que sabe quién es predestinado y está en el libro de la vida y vera en su misericordia a quien deberá salvar mas nosotros no.

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